CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO

HEMISFERIOS DE MAGDEBURGO

 

Estando consagrado a las Musas

Ahora me hallo en las faldas

Del Monte de Venus de Aganipa

Después de llegar cansado

Buscando la cagada del lagarto

De inspiración poética

Así como la suerte de encontrar

Alguna seta con pelos

Por el Páramo de Masa, Burgos

Sometido a la acción del viento y el frío

Presentando un aspecto desolado

Con grandes extensiones cubiertas

Exclusivamente de brezo rubio

Brecina, gayuba y tomillo.

Aganipa me dice:

-Hipocrene, sabiendo que todo lo que existe

Se deriva de la idea pura

Considerada en sí misma de una manera abstracta

Como decía Hegel

El célebre filósofo alemán de Stuttgard

Ábreme el carnal sagrario susceptible de helarse

Para, en él, matar la grama o sarro.

Hipocrene contestó a Aganipa:

-A ese granillo que destaca por encima

De los grandes y pequeños labios perpetuos

De tu Monte de Venus

Le voy a convertir en un cuerpo fluido

En base a toda la masa de leche y calostros

Que van a derretirse en ese cuerpo helado

En suspenso y atónito

Poniendo tú la saliva de tu lengua

En la helgadura o espacio

Que separa un diente de otro

Mientras nos besamos

Avanzando al mismo tiempo

En sentido de nuestras generatrices

Montadas en un eje que corre

Por dentro de tus Trompas de Falopio

Buscando al hijo ilegítimo de Caracalla

Aquel Heliogábalo

Emperador romano muy comilón.

Después de quererse y caer derrengados

Compuestos en dos órganos que se desunen

O desenganchan

Aganipa, por deseo expreso de Hipocrene

Le puso en  el Ano un anteojo de ver al Sol

A cuyo efecto se le vio ennegrecido

Siguiendo al espejo el movimiento del Sol

Que alumbraba a cada uno de los polos:

El Norte y el Sur.

Sobrados de amor

Aganipa e Hipocrene marcharon

A un henal de establo donde se hacinaba la yerba

Para el ganado

E Hipocrene, henchido de vanidad le dijo:

-¿Sabes Aganipa, el otro día nos llegó una señora

Al Laboratorio Municipal

Con un botellín de cristal lleno de niebla

Para que la analizáramos

Pues, para ella,  esta niebla no era igual

Que la niebla que había en tiempos del Dictador.

Me tocó atenderla a mí, y le dije:

-Venga señora conmigo

Al gabinete de física

Y analicemos la niebla

En los Hemisferios de Magdeburgo

Aparatos usados para demostrar el peso del aire.

Hipocrene hinchó de niebla el aparato

Rajando la niebla con un estilete

De modo que la rotura formase

Una línea más o menos larga en su superficie

Y que penetrase más o menos profundamente

En su interior.

La niebla se abrió paso entre los biólogos

Atravesando la puerta de parte a parte.

La señora, henchida de vanidad, necedad y orgullo

Quedando contenta de tal experimento

Se despidió de nosotros muy efusivamente.

-Ja, ja, ja, qué listo eres amor.

-Sí, querida; pero, todavía, hay mucho que heñir.

Queda aún mucho por hacer

Para acabar lo que no terminamos

En el establo.

 



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