HEMISFERIOS DE MAGDEBURGO
Estando consagrado a las Musas
Ahora me hallo en las faldas
Del Monte de Venus de Aganipa
Después de llegar cansado
Buscando la cagada del lagarto
De inspiración poética
Así como la suerte de encontrar
Alguna seta con pelos
Por el Páramo de Masa, Burgos
Sometido a la acción del viento y el frío
Presentando un aspecto desolado
Con grandes extensiones cubiertas
Exclusivamente de brezo rubio
Brecina, gayuba y tomillo.
Aganipa me dice:
-Hipocrene, sabiendo que todo lo que existe
Se deriva de la idea pura
Considerada en sí misma de una manera abstracta
Como decía Hegel
El célebre filósofo alemán de Stuttgard
Ábreme el carnal sagrario susceptible de helarse
Para, en él, matar la grama o sarro.
Hipocrene contestó a Aganipa:
-A ese granillo que destaca por encima
De los grandes y pequeños labios perpetuos
De tu Monte de Venus
Le voy a convertir en un cuerpo fluido
En base a toda la masa de leche y calostros
Que van a derretirse en ese cuerpo helado
En suspenso y atónito
Poniendo tú la saliva de tu lengua
En la helgadura o espacio
Que separa un diente de otro
Mientras nos besamos
Avanzando al mismo tiempo
En sentido de nuestras generatrices
Montadas en un eje que corre
Por dentro de tus Trompas de Falopio
Buscando al hijo ilegítimo de Caracalla
Aquel Heliogábalo
Emperador romano muy comilón.
Después de quererse y caer derrengados
Compuestos en dos órganos que se desunen
O desenganchan
Aganipa, por deseo expreso de Hipocrene
Le puso en el Ano un anteojo de ver al Sol
A cuyo efecto se le vio ennegrecido
Siguiendo al espejo el movimiento del Sol
Que alumbraba a cada uno de los polos:
El Norte y el Sur.
Sobrados de amor
Aganipa e Hipocrene marcharon
A un henal de establo donde se hacinaba la yerba
Para el ganado
E Hipocrene, henchido de vanidad le dijo:
-¿Sabes Aganipa, el otro día nos llegó una señora
Al Laboratorio Municipal
Con un botellín de cristal lleno de niebla
Para que la analizáramos
Pues, para ella, esta niebla no era igual
Que la niebla que había en tiempos del Dictador.
Me tocó atenderla a mí, y le dije:
-Venga señora conmigo
Al gabinete de física
Y analicemos la niebla
En los Hemisferios de Magdeburgo
Aparatos usados para demostrar el peso del aire.
Hipocrene hinchó de niebla el aparato
Rajando la niebla con un estilete
De modo que la rotura formase
Una línea más o menos larga en su superficie
Y que penetrase más o menos profundamente
En su interior.
La niebla se abrió paso entre los biólogos
Atravesando la puerta de parte a parte.
La señora, henchida de vanidad, necedad y orgullo
Quedando contenta de tal experimento
Se despidió de nosotros muy efusivamente.
-Ja, ja, ja, qué listo eres amor.
-Sí, querida; pero, todavía, hay mucho que heñir.
Queda aún mucho por hacer
Para acabar lo que no terminamos
En el establo.